"La Barraca"
ambulante
De vuelta en España y con la instauración de la
Segunda República en 1931, comenzó una nueva etapa para Lorca. El escritor
codirigió con Eduardo Ugarte La Barraca, un grupo de teatro universitario que
representó obras teatrales del Siglo de Oro (Calderón de la Barca, Lope de
Vega, Miguel de Cervantes) por ciudades y pueblos de España. El proyecto se
frustró con el estallido de la guerra civil española.
En Latinoamérica
En 1933 la compañía de Lola Membrives estrenó en
Buenos Aires Bodas de sangre con un gran éxito popular. Por ello, Lorca recibió
la invitación de Lola Membrives y de su marido para viajar a esta ciudad. Allí,
consiguió triunfar profesionalmente y, gracias a esto, consiguió su
independencia económica. A lo largo de los seis meses que permaneció en Buenos
Aires, tuvo la oportunidad de dirigir Bodas de sangre, que fue representada más
de ciento cincuenta veces; Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa, El
retablillo de don Cristóbal y una adaptación de La dama boba de Lope de Vega.
También durante este tiempo tuvo la ocasión de dar varias conferencias y de
hacer nuevas amistades, como Pablo Neruda, Juana de Ibarbourou, Ricardo
Molinari, Salvador Novo y Pablo Suero.
Cuando García Lorca volvió a España en 1934, vivió los dos años que le quedaban intensísimamente: Terminó obras como Yerma, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; revisó obras como Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit y Suites; hizo un viaje a Barcelona para dirigir algunas de sus obras, recitar sus poemas y dar conferencias; siguió representando obras con La Barraca; organizó clubes de teatro; etc. También tuvo una gran estadía en Montevideo (Uruguay), donde terminó de escribir un par de obras y tenía contacto con los artistas locales, tales como Juana de Ibarbourou.
Sin embargo, es también en este momento cuando en España se empieza a vivir una época de violencia e intolerancia. La situación política era insostenible. Estaba a punto de estallar la Guerra Civil española.
Cuando García Lorca volvió a España en 1934, vivió los dos años que le quedaban intensísimamente: Terminó obras como Yerma, Doña Rosita la soltera, La casa de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; revisó obras como Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit y Suites; hizo un viaje a Barcelona para dirigir algunas de sus obras, recitar sus poemas y dar conferencias; siguió representando obras con La Barraca; organizó clubes de teatro; etc. También tuvo una gran estadía en Montevideo (Uruguay), donde terminó de escribir un par de obras y tenía contacto con los artistas locales, tales como Juana de Ibarbourou.
Sin embargo, es también en este momento cuando en España se empieza a vivir una época de violencia e intolerancia. La situación política era insostenible. Estaba a punto de estallar la Guerra Civil española.
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